miércoles, 5 de noviembre de 2025

Memoria democrática y masonería en Ourense



A L.·.G.·.D.·.G.·.A.·.D.·.U.·.


VM:., 1º y 2º Vig:., QQHH:. Todos:

Memoria y Masonería, ese es el título de la intervención que hoy realizaré a petición de nuestro V:.M:. y VH:. José.

Cuando me lo propuso pensé en centrar el grueso de esta disertación en la represión de la masonería y los masones durante el período franquista y los gobiernos totalitarios de diferente signo que tuvieron que padecer los habitantes de algunas naciones. Sin embargo, sin dejar obviamente de hablar de ello, creo que sería más conveniente e interesante hablar de la presencia y significado de la memoria en la masonería, lo que sin duda no es baladí.

Desde tiempos inmemoriales, incluso antes de la invención de la escritura, la piedra ha sido -y lo sigue siendo incluso hoy – la memoria de los hombres, de los pueblos y de civilizaciones enteras a través de los tiempos, pues solo la piedra por sus cualidades ha servido para la fijación indeleble del paso del hombre. Ya desde el Paleolítico el ser humano, aun con herramientas muy rudimentarias, dejó su impronta marcada para siempre en grandes losas de granito representando ciclos solares, escenas de caza o símbolos ceremoniales más o menos abstractos formando grandes conjuntos de arte rupestre, más conocidos como petroglifos.

También los egipcios eligieron la piedra como material para la construcción de los más maravillosos monumentos funerarios en memoria de sus faraones, sus auténticas moradas en el Más Allá que debían perdurar para toda la eternidad, o incluso de sus templos cubiertos de ricos jeroglíficos -buena parte de ellos tallados en bajo relieve y no solo pintados- en los que se transcribían tanto pasajes del Libro de los muertos como auténticos panegíricos en los que se ensalzaban las hazañas y la gloria de reinas y reyes para el conocimiento de su pueblo y todos sus descendientes, generación tras generación…

Se convierte así la piedra en el vehículo de la memoria, en el nexo que une pasado, presente y futuro con el objetivo de crear una identidad colectiva o un techo común bajo el cual pueda cobijarse un grupo social, y con él, un sistema de valores sociales y culturales, creencias, usos y costumbres comunes a todos sus integrantes.

Así lo hizo por ejemplo el hombre medieval que temeroso de la ira de dios hizo de sus catedrales verdaderas biblias en piedra a través de las cuales transmitir los valores de la iglesia católica y la sociedad feudal, o el del Renacimiento, más preocupado por el verdadero autoconocimiento, o el ilustrado, por la Luz de la Razón…

La memoria es el pilar básico de la identidad del ser humano, ya sea individualmente o de forma colectiva, y es por ello que también en la masonería tiene un papel preponderante, pues sirve para la transmisión de la esencia de nuestros valores y principios a través de los tiempos y las gentes, de nuestras experiencias y saberes adquiridos, de nuestras virtudes y miserias, en definitiva, de lo que realmente somos.

En una logia la memoria está representada de varias formas, por ejemplo lo está en la figura del Venerable Maestro, que encarna la sabiduría adquirida por la reflexión pausada que traen los años y por la acumulación de experiencias y saberes a lo largo del tiempo; en la del Secretario, que en cada sesión deja constancia en el libro de arquitectura el trazado de los trabajos realizados, único testimonio de lo aquí vivido y hablado; lo está en la cuerda anudada que rodea el templo o en la Cadena de Unión que realizamos cada vez que cerramos trabajos y nos une a nuestros hermanos “del lazo místico” más allá del espacio y el tiempo; lo está en todos y cada uno de los símbolos que guardan nuestros secretos y misterios o incluso en nuestros antiguos rituales, a través de los cuales hemos mantenida viva la llama del conocimiento ancestral e invocamos a la memoria como un faro que guía el camino de la comprensión y el crecimiento espiritual, y no como la mera acumulación de datos de acontecimientos o hechos del pasado.

La memoria, así contemplada, se convierte en el espejo en el cual los hermanos pueden contemplar su propia evolución interior y su conexión a los restantes miembros de la Orden y a la Humanidad. Es por ello que sea para un masón tan importante el estudio de los símbolos, de la historia, de la filosofía y de los valores compartidos por tantos y tantos hermanos a lo largo de los tiempos en todos los rincones del mundo, pues con ello enriquecemos nuestra memoria individual y colectiva mientras fortalecemos los lazos de la Fraternidad Universal.

No obstante -debemos tenerlo muy presente- la Memoria debe ir de la mano de la Verdad, pues en caso contrario la imagen que devolverá nuestro espejo será una figura grotesca o un esperpento que nos llevará siempre al equívoco, o directamente a dejar de ser quien en realidad somos. Como si de una buena argamasa se tratase, la Memoria, llamada a cohesionar a todos los miembros de la Orden, debe tener la adecuada cantidad de cemento, arena y agua para poder cumplir adecuadamente de su función, sin que tampoco se pueda prescindir totalmente de ninguno de estos elementos.

Durante demasiados años ya, esto ha sido en buena medida lo que ha sucedido entre los masones españoles y las diferentes obediencias establecidas en nuestro país, que no hemos querido tener presente el que sin duda ha sido el acontecimiento histórico más trágico y doloroso: el golpe de estado de 1936 y los cuarenta años de interminable dictadura franquista que hemos tenido que padecer.

Tal ha sido el daño infligido a la masonería y a sus integrantes en España por parte de los enemigos de la libertad, la igualdad y la fraternidad universal que hemos borrado de nuestra memoria colectiva, incluso de la propia como masones, las importantísimas contribuciones de masones en todos los ámbitos de las ciencias y las letras – de ellos nos habló semanas atrás el VH:. Juan Carlos Mejuto, ¿recordáis? -, pero también del mundo de la política, la educación, la cultura, la economía y la empresa o el ámbito benéfico-social; consumándose así el maléfico plan de cualquier sistema totalitario que tan hábilmente aplica la pena del damnatio memoriae, condena al más absoluto de los olvidos practicada por la antigua sociedad romana -y por otras antes que ella- llegando incluso a borrar el más mínimo vestigio material de su paso por este mundo.

Sin embargo, más grave que todo ello ha sido el imperdonable olvido de las personas, de los hermanos que tan sañudamente sufrieron persecución, tortura y muerte en penosas condiciones en los primeros momentos tras el golpe de estado; de sus padres y madres, esposas, hijas e hijos, que se vieron obligados a prescindir de uno de los pilares de sus vidas, así como forzados a abandonar sus trabajos y sus propiedades para dejarlas en manos de facciosos que convenientemente darían cuenta de ellas en beneficio propio;  así como de aquellos otros que eludieron la severa represión de los primeros momentos pero sufrieron luego años de interminables procesos judiciales, depuraciones administrativas,  multas e incautación de bienes, solo por poner alguno de los ejemplos más habituales.

En el verano de 1936, en el momento de las grandes matanzas, la represión física, la tortura y posterior fusilamiento de los “enemigos de la patria”, esto es, republicanos miembros del Frente Popular e integrantes de las sociedades obreras, contó entre sus más destacadas víctimas a hermanos masones, los cuales en no pocas ocasiones contaban con doble e incluso triple militancia -masónica, política y sindical- y, con ello, un billete asegurado en primera clase con dirección al Oriente Eterno.

Entre este grupo de hermanos se encuentran, por ejemplo, buena parte de los hermanos de las logias gallegas y asturianas, ya que la incautación de todo el archivo de la logia orensana Constancia n.º 13 en manos de su V.·.M.·., Abdón Vide Villanueva, permitió a los fascistas la detención de la inmensa mayor parte de los masones del noroeste peninsular y la instrucción de la causa 155/1937 por el alférez Ángel Colmeiro Laforet; las delaciones entre torturas harían el resto.

Fruto de las primeras detenciones tras el golpe de estado y la instrucción de esta causa podemos decir que la inmensa mayoría de los treinta hermanos de las logia Pensamiento y Acción nº 11 (A Coruña), la RL:. Vicus (Vigo), Lucus (Lugo) y Constancia n 13 (Ourense) perdieron la vida fusilados tras juicios sumarísimos o sufrieron largas condenas de cárcel y/o multas e incautación de bienes. Solo por nombrar a algunos de ellos, de los asesinados, podemos hablar de los QQHH Gonzalo Martín March (profesor y gobernador civil en Ourense), Brasilino Álvarez Sobrino (empresario y alcalde de A Guarda), Luis Izquierdo Balbuena (funcionario), Manuel Suárez Castro (alcalde en funciones de Ourense) o José Fernández Pérez (concejal en la misma ciudad), todos ellos asesinados en los primeros meses tras el golpe; pero también de todos aquellos que sufrieron bien en el exilio exterior, bien en el aún más duro exilio interior como lo hicieron los hermanos Higinio Rodríguez Mármol (alcalde de Xinzo) o Benito Cancela (alcalde de Celanova), entre tantos otros.

El sufrimiento de todos ellos, de las víctimas supervivientes y de todos sus familiares, se verá incrementado con la promulgación de la Ley para la represión de la masonería y el comunismo el 1 de marzo de año 1940, que sirvió como principal arma de persecución legislativa a nuestros hermanos hasta el año 1964.

Solo para hacernos una idea de la magnitud de la obsesiva y sañuda persecución que el régimen hizo de la Masonería, digamos que el Servicio de Documentación de Salamanca acumula más de 80.000 fichas de supuestos masones investigados, incoándose más de 27.000 expedientes y condenando a casi 9.000 hermanos y todo ello, cuando según indican los datos de que contamos, no habría más de 15.000 hermanos activos en nuestro país.

Nuestra es ahora la obligación moral de restablecer el honor a las víctimas del franquismo, de conocer y divulgar sus historias, sus dramas, de tenerlas presentes siempre en nuestros pensamientos, en nuestra memoria y en nuestros corazones, pues ellos nos transmiten -creo yo- dos grandes enseñanzas.

La primera, que los enemigos de la libertad, de la igualdad, de la fraternidad, la democracia, la tolerancia y todos aquellos nobles principios y valores que atesora la masonería están siempre al acecho.

La segunda, que nuestros valores son tan nobles que incluso más de uno estará siempre dispuesto a perder su vida defendiéndolos.

Concluyo así, queridos hermanos, esperando haber podido transmitiros la importancia de la memoria para todos nosotros, no sin antes haceros llegar las palabras de despedida de uno de estos hermanos nuestros -Manuel Suárez Castro- que pagó un precio demasiado elevado por vivir de acuerdo con sus convicciones y trabajar a la Gloria del Gran Arquitecto del Universo y de toda la Humanidad.

Queridísima Celedonia y queridos hijos:

A este padre y este esposo, que durante toda su vida no ha prodigado más que el bien a todo el mundo, dentro de unas horas lo van a matar en nombre de la ley de la fuerza, pues es la que hoy sigue en los pueblos que dominaron para el terror unos hombres que habían jurado respetar la Constitución de esta España digna de mejor suerte. Hoy la están destrozando y para mayor escarnio lo hacen invocando a un Dios que, según su doctrina, decía que los hombres éramos hermanos. Tengo la seguridad completa de que si volviera a la tierra sería otra vez el que expulsase del templo a estos mercaderes de su religión que en este momento intentan para mayor escarnio que me confiese, cosa que he rechazado con las manifestaciones que se merecen por la farsa que vienen representando, ultrajando su religión, por el asentimiento que presentan a la matanza que se viene realizando a pesar de que ellos manifiestan que para matar, sólo Dios.

Por lo tanto, si aún quisieran cometer el nuevo escarnio de decir que lo hice, conste que es una falsedad más, como todas las que vienen propagando en los periódicos mercenarios de que disponen.

Dile a mis hijos siempre y en todo momento que su padre perdió la vida de una manera violenta, no por ser ladrón ni asesino, ni un mal ciudadano, y que por el contrario, perdió la vida por ser una persona decente, amante de todos sus ciudadanos, sin fijarse nunca en el ideal que tenían ni en su condición social, muriendo convencido de que ésta es la razón suprema por la que me hacen desaparecer. Porque en la España que quieren crear no tienen cabida las personas de buenos sentimientos, amantes de la familia y que jamás, ni de hecho ni por el pensamiento, pretendió hacer desaparecer a ningún ser humano.

Pues a pesar de esto y según la sentencia que me han leído hace un momento, eran tales invenciones, como si yo fuera un asesino, para justificar este hecho que van a realizar, como lo han hecho ya con tantos otros hermanos.

Y nada más, tengo la seguridad de que muy en breve los culpables pagarán también con su vida tan horrorosa tragedia, porque no tienen razones y porque además no pueden triunfar los que para conseguirlo se están ahogando en sangre.

Esta sangre derramada dará sus frutos y con esta comunicación plena, muero tranquilo, porque mi única preocupación sois vosotros y la situación en que de momento quedáis, situación que será reparada en el momento próximo en que sean vencidos los que me hacen desaparecer.

¡¡Adiós para siempre amantísima esposa y queridísimos hijos, con muchos besos y abrazos de tu esposo y padre!!

Cuartel de Ourense, 27 de julio de 1937.

Esta carta no vio la luz pública hasta el año 2009 en que Manuel Suárez Castro fue nombrado miembro de honor del Ayuntamiento de Ourense.

He dicho.

V.·.H.·. Zamenhof, M.·.M.·.