domingo, 7 de diciembre de 2025

Caminando entre tinieblas

 


Así es como describiría tanto el día de mi nacimiento como el camino llevado en mi vida profana hasta ese momento.

Entre tinieblas se produjo mi primer paso en el Templo, siempre de la mano de un Hermano. De rodillas y semidesnudo —no solo en cuerpo, sino también en certezas— entré al Templo.

Una línea de pensamiento no cesaba de fluír en mi mente. No podía alejar mi raciocinio de la belleza de lo fraternal. Depositar tu plena confianza en tus queridos hermanos, de los que aún desconoces su rostro, pero que sabes que hay algo profunde que os une, a pesar de aún desconocer el qué. Que el primer paso que emprendí ese día me lleve a obtener respuesta.

Durante el arduo camino que transité durante mi nacimiento me encontraba abrumado, no cejaba en la busqueda de significados o simbolísmos más allá de los que ante mi se exponían en las pruebas a las que me vi sometido. Siendo el momento en el que me vi a mi mismo reflejado ante aquel espejo que asumí que la ignorancia me asola.

Un largo camino en la búsqueda de la luz se abre en mi horizonte, un camino que tendré la suerte de compartir con todos vosotros mis QQ:.HH:.

Matthaeus, A:.M:.

En el Umbral del Interregno: Hegemonía, Caos y el Nacimiento de un Nuevo Orden Mundial

Quiero traer ante vosotros una reflexión sobre la realidad en la que vivimpos y para ello necesito hablaros del concepto de hegemonía, derivado del griego antiguo hēgemonía, alude al liderazgo o predominio ejercido por un actor político, económico o militar sobre otros. En el ámbito de las relaciones internacionales, un hegemón es aquel Estado capaz de establecer las normas del sistema, garantizar su cumplimiento y proporcionar bienes públicos globales como la seguridad, la estabilidad financiera o el acceso al comercio. A lo largo de la historia, han existido diversas hegemonías regionales o globales: Atenas durante el siglo V a.C. en el mundo helénico, el Imperio romano en el Mediterráneo, la monarquía hispánica en los siglos XVI y XVII, el Imperio británico en el siglo XIX y, más recientemente, Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial. La hegemonía no se expresa únicamente en términos de poder material, sino también mediante la capacidad de articular un orden aceptado por otros actores, como señala Antonio Gramsci al desarrollar la noción de hegemonía cultural.

La coyuntura internacional actual refleja una profunda reconfiguración de las estructuras de poder global que se consolidaron tras la Segunda Guerra Mundial. Lo que durante décadas fue una hegemonía indiscutible de Estados Unidos se enfrenta hoy a múltiples desafíos que, sin constituir aún una sustitución definitiva, evidencian una transformación estructural del sistema internacional. La multiplicación de focos de conflicto bélico, la fragmentación del multilateralismo, la rivalidad económica entre bloques y el resurgimiento de potencias emergentes configuran un escenario en el que los equilibrios anteriores se disuelven sin que emerjan, por ahora, nuevas reglas claras que los sustituyan. Este fenómeno puede analizarse a la luz de la teoría de la estabilidad hegemónica, formulada por Robert Gilpin, que señala la dependencia del orden internacional respecto de un liderazgo claro y efectivo. 

El conflicto entre Rusia y Ucrania ha puesto de manifiesto no solo el resurgimiento de una guerra interestatal en suelo europeo, sino también la crisis del sistema de seguridad colectiva. Más allá de los objetivos geopolíticos de Moscú, la guerra constituye una declaración de principios: el rechazo frontal a la expansión de Occidente en la órbita postsoviética y la voluntad de redefinir los términos del orden internacional. En este contexto, La Unión Europea y Estados Unidos ha desempeñado un papel central como garante de la resistencia ucraniana, pero también ha revelado los límites de su influencia, en particular su capacidad para movilizar un consenso global fuera del espacio euroatlántico. El conflicto ha evidenciado una fragmentación de las alianzas en el Sur Global, donde el relato occidental no siempre encuentra acogida.

Paralelamente, el estallido de violencia en Gaza, tras los atentados de Hamás y la contundente respuesta israelí, ha vuelto a situar en el centro del tablero uno de los conflictos más prolongados y sensibles del sistema internacional que arranca con el final de la segunda guerra mundial. La intervención estadounidense en defensa de su aliado tradicional fue inmediata, pero también contribuyó a erosionar aún más su legitimidad como supuesto actor imparcial y defensor de los derechos humanos. Esta ambivalencia debilitó su posición en numerosos foros internacionales y acentuó el desencanto de amplios sectores de la opinión pública global.

La creciente tensión entre Israel e Irán se inscribe en este mismo marco de fragmentación del orden. A través de una compleja red de actores estatales y no estatales, ambos países libran una guerra indirecta que amenaza con desbordar las fronteras nacionales y regionales. La falta de una arquitectura de seguridad regional, unida al progresivo distanciamiento de Estados Unidos respecto a ciertos compromisos históricos, convierte este enfrentamiento en una de las principales amenazas a la estabilidad mundial.

Ahora bien, no son únicamente los conflictos armados los que impulsan esta transformación del sistema internacional. Las guerras comerciales, tecnológicas y financieras han sustituido en muchos casos al uso directo de la fuerza. Desde la administración Trump, y con continuidad bajo la presidencia de Biden, la política estadounidense hacia China ha oscilado entre el enfrentamiento económico, la restricción tecnológica y una estrategia de contención. La ruptura del consenso globalizador y la emergencia de una lógica de bloques —con sus respectivas esferas de influencia, sistemas de pago y cadenas de valor— marcan el tránsito hacia una nueva era de competencia estructural. La teoría del sistema-mundo, formulada por Immanuel Wallerstein, proporciona una lectura esclarecedora de este tránsito hacia un escenario multipolar.

En este contexto, la Unión Europea ha intentado consolidar una posición de autonomía estratégica, pero se enfrenta a serias limitaciones internas y a una dependencia estructural de Estados Unidos en materia de seguridad. Su incapacidad para articular una política exterior común, la ausencia de una defensa europea efectiva, las divergencias entre sus Estados miembros en cuestiones estratégicas fundamentales y la falta de un liderazgo político cohesionado comprometen cualquier aspiración a constituirse como potencia hegemónica global. Además, el desequilibrio entre su peso económico y su voluntad política impide que la UE ejerza una influencia proporcional a su potencial. Las tensiones internas —como el Brexit, el auge de fuerzas euroescépticas o el cuestionamiento de los valores democráticos en algunos países miembros— debilitan su coherencia institucional y su credibilidad externa. Estructuralmente, la Unión Europea continúa siendo una unión híbrida, más orientada hacia la gobernanza tecnocrática y la integración económica que hacia la proyección geoestratégica internacional.

El bloque BRICS, por su parte, ha ganado dinamismo con la incorporación de nuevos miembros y con la propuesta de un orden alternativo menos centrado en Occidente. Aunque su cohesión interna es limitada, representa la voluntad de una parte creciente del mundo de redefinir las reglas del juego.

En el trasfondo de estos procesos subyace una cuestión clave: ¿estamos presenciando el ocaso del imperio estadounidense? Si bien el poder relativo de Estados Unidos sigue siendo significativo —en los ámbitos militar, tecnológico, financiero y cultural—, su primacía ya no es incuestionable. Existen síntomas evidentes de declive: polarización política interna, descrédito de las instituciones democráticas, endeudamiento estructural, pérdida de prestigio internacional y agotamiento del modelo neoliberal de globalización. Este proceso no implica necesariamente una sustitución inmediata por parte de otra potencia, pero sí abre un escenario caracterizado por la incertidumbre y la erosión de los mecanismos tradicionales de gobernanza global. Esta situación puede interpretarse desde la teoría del sistema-mundo, que señala cómo los ciclos hegemónicos están sujetos a crisis estructurales que anuncian transiciones casi siempre traumaticas.

La historia ofrece lecciones valiosas. El Imperio español, tras un siglo de hegemonía, colapsó por una combinación de sobreexpansión, rigidez institucional y bancarrota fiscal. Francia, a pesar de su ambición napoleónica, no logró consolidar un orden duradero, siendo víctima de su incapacidad para institucionalizar su liderazgo continental. El Imperio británico experimentó una decadencia más progresiva, condicionada por el desgaste derivado de las guerras mundiales y por la emergencia de nuevas potencias industriales. En todos estos casos, la clave del colapso no fue únicamente el debilitamiento del poder material, sino la incapacidad para reformular una legitimidad duradera que cohesionase el sistema político y social bajo nuevas condiciones.

En el análisis de la situación actual, dos teorías pueden ofrecer un marco interpretativo complementario: la “trampa de Tucídides” y la “trampa de Kindleberger”. La primera, formulada a partir de los estudios de Graham Allison y basada en la observación clásica de Tucídides sobre la guerra del Peloponeso, sostiene que cuando una potencia emergente amenaza con desplazar a una dominante, la probabilidad de un conflicto se incrementa dramáticamente. Esta tensión se hace visible hoy, de una forma evidente, en la rivalidad entre Estados Unidos y China, que supera el plano económico y alcanza dimensiones tecnológicas, ideológicas y geoestratégicas. La segunda, postulada por Charles Kindleberger, plantea que el orden internacional requiere de un hegemón dispuesto y capaz de proporcionar bienes públicos globales —como la estabilidad financiera o las normas de comercio—; cuando este liderazgo desaparece sin que otro actor lo sustituya, el sistema entra en una fase de caos estructural.

Mientras Estados Unidos parece estar retirándose gradualmente de su papel tradicional, China aún no ha demostrado una voluntad inequívoca de asumir ese rol. La combinación de ambas trampas sugiere una transición tumultosa: el vacío de liderazgo se une a una competencia creciente, generando un entorno de disfuncionalidad sistémica marcado por conflictos regionales, descoordinación institucional y desconfianza recíproca.

Frente a este panorama, la pregunta crucial es si el sistema internacional se encamina hacia una transición hegemónica organizada o hacia un vacío de poder prolongado. La primera posibilidad requeriría una arquitectura multilateral reformada, capaz de integrar a las potencias emergentes en un marco institucional legítimo y eficaz. La segunda augura un periodo de confrontación prolongada y fragmentación normativa, con reminiscencias del escenario que precedió a las grandes guerras del siglo XX. La evidencia actual parece inclinarse hacia la segunda hipótesis: los mecanismos internacionales existentes carecen de la eficacia y la legitimidad necesarias para encauzar una transformación ordenada del sistema. El liderazgo estadounidense, aunque erosionado, conserva capacidades estructurales significativas. Su red de alianzas, su capacidad de innovación, su peso en las finanzas globales y su influencia cultural pudieron haber sido factores determinantes. La clave, sin embargo, radica en la orientación política interna que adopte el país en los próximos años. Maquiavelo advertía que los Estados exitosos son aquellos que saben adaptarse a los cambios de fortuna, combinando virtud y previsión. En este sentido, resulta inquietante observar cómo las políticas impulsadas por la administración Trump —caracterizadas por una revisión hostil del multilateralismo, una política económica errática en materia de comercio y aranceles, el cuestionamiento de las alianzas tradicionales y una afinidad ideológica con movimientos autoritarios de extrema derecha— han socavado gravemente la credibilidad internacional de Estados Unidos. Lejos de revertir el recorrido por la senda de la decadencia, estas acciones acelerara la desconfianza global y la pérdida de autoridad política y simbólica de los Estados Unidos. Estamos ante el declive de un hegemón que conduce a su ocaso, ante el comienzo de un interregno que parece sumir al mundo en un futuro incierto tras el que se atisva un nuevo orden mundial que se aleja más y más de los principios que todos nosotros consideramos irrenunciables.

Y, despues de este análisis de la realidad actual, ¿qué postura debemos tomar, individualmente como miembros de nuestra Aug:.Or:. y como colectivo desde el punto de vista de la Masonería Universal?¿cómo trasladar los principios y valores éticos que representamos y hemos jurado defender para que ese nuevo orden mundial implique una realidad más justa y equitativa?

Robespierre, M:.M:.

viernes, 5 de diciembre de 2025

Forjando el Tiempo: Virtud, Trabajo y Reflexión en la Simbólica Masónica


Toda herramienta es un medio que nos acerca a un fin, en este caso, la regla de 24 pulgadas sirvió a los operativos para tomar medidas y planificar con rigurosidad el planteamiento de sus obras. Nosotros los especulativos hacemos uso de estos instrumentos de la misma manera pero en un plano diferente, lo que permite que lo material se convierta en símbolo, adquiriendo asi, trascendencia en nuestra dimensión, para que mediante la reflexión, vuelva a convertirse en herramienta.

La regla de 24 pulgadas pasa así de medir espacio a medir tiempo.

Por un lado el número 24, coincide con la rotación de la Tierra sobre su propio eje, es decir, el ciclo que comúnmente conocemos como día, y nos sugiere la necesidad de una administración consciente del tiempo. Por otro lado, los masones dividimos simbólicamente estas horas en tres partes iguales: ocho horas para el trabajo, ocho para el descanso y ocho para la reflexión y la ayuda al prójimo.

La noción de ordenar la vida en base a la regla de 24 pulgadas, nos remite a la ética aristotélica, donde la virtud reside en la mesura. Aristóteles, en su "Ética a Nicómaco", habla de la importancia de la moderación en la búsqueda de la eudaimonía, es decir, la felicidad como fin último del ser humano. La regla en su división del tiempo, encarna este principio al evitar tanto el exceso como la carencia en cualquier aspecto de la vida.

El concepto de mesura y disciplina que esta herramienta representa encuentra un eco en el estoicismo de Séneca, quien en su obra "De la brevedad de la vida" advierte que "no es que tengamos poco tiempo, sino que perdemos mucho". La regla de 24 pulgadas nos insta a emplear el tiempo con mesura, evitando los vicios, como la procrastinación y la falta de rumbo.

Por otro lado, este símbolo dio pie a movimientos laborales que permitieron victorias como la jornada laboral de ocho horas, que hoy consideramos un derecho fundamental, una lucha de la clase obrera durante la Revolución Industrial, influenciada en parte por ideas de la ilustración de esta nuestra orden e instrumentada mediante libre-asociación de los trabajadores.

Para concluir, me gustaría parafrasear a Marco Aurelio, el cual anotó en sus meditaciones: "el tiempo es como un río, lo que ves pasar no volverá jamás". Cada momento malgastado es un tributo entregado al olvido. El sabio no procrastina, ni es esclavo del azar, sino un creador; uno que, consciente de la fragilidad de su tiempo, memento mori, aprovecha cada momento para el bien, la razón y el deber. No es la falta de tiempo lo que apremia al mortal, sino su mal uso. Que hoy, pues, se convierta en el inicio forjar coronas para la virtud y cadenas para nuestros vicios.

Lathomus, A∴M∴


jueves, 4 de diciembre de 2025

Do Cadro Lóxico á Praza Pública: A resposta masónica á intolerancia na era dixital

 


A tolerancia, como virtude social e filosófica, foi un piar fundamental no desenvolvimiento das democracias modernas. Este concepto, tan defendido por Voltaire durante a Ilustración, está intrinsecamente ligado aos principios de liberdade, igualdade e fraternidade que guiaron tanto este movemento filosófico como a masonería. Porén, nun contexto contemporáneo onde rexorden movementos autoritarios e se cuestionan as liberdades individuais e colectivas, é necesario repensar o papel da masonería e reflexionar sobre como estas ideas poden guiar a nosa resposta fronte aos desafíos actuais.

A Ilustración, como movemento intelectual do século XVIII, propugnou a razón, a liberdade de pensamento e a igualdade entre os seres humanos. Estes principios son plenamente coincidentes cos da masonería e forman parte inherente da súa filosofía e prácticas. A liberdade, como dereito fundamental, é o alicerce sobre o cal se constrúe a tolerancia: aceptar as ideas e crenzas dos demais require un entorno no que cada individuo sexa libre de expresar os seus pensamentos. A igualdade establece que todos os individuos teñen o mesmo valor intrínseco, independentemente das súa diferenzas culturais, relixiosas ou ideolóxicas. Finalmente, a fraternidade impulsa un sentido de solidariedade e comprensión mutua, valores esenciais para a convivencia pacífica.

Voltaire, no seu "Tratado sobre a Tolerancia", sinalou que o fanatismo e a intolerancia son inimigos da humanidade e que só mediante a razón e a xustiza pode acadarse unha sociedade máis harmoniosa. Outros pensadores tamén contribuíron a esta visión: John Locke, en "Carta sobre a Tolerancia", defendeu a separación entre a relixión e o estado, argumentando que a fe é unha cuestión de conciencia individual. Kant sostivo que debemos tratar a cada persoa como un fin en si mesma, promovendo así o respecto mutuo e a dignidade inherente a cada individuo. Aristóteles, dende unha perspectiva clásica, na "Ética Nicomaquea" suxire que a virtude se atopa no xusto medio, suxerindo que a tolerancia require equilibrio entre a aceptación e o rexeitamento do que ameaza o ben común. O catalán Xaime Balmes, pola súa banda, mantivo que a tolerancia debe entenderse como unha virtude práctica, baseada no respecto mutuo e no diálogo, sempre subordinada á procura da verdade.

Para Baruch Spinoza, a tolerancia era un compoñente esencial da liberdade, pois só nunha sociedade onde se permita a diversidade de pensamento e expresión pode haber harmonía. Advertiu que as paixóns humanas, como o odio e o medo, son obstáculos para a convivencia e que só a razón pode superalos, xerando un espazo de tolerancia xenuína. O Aquinate salientou que a tolerancia debe ser exercida con prudencia, distinguindo entre os actos que poden ser permitidos en aras da paz social e aqueles que, pola súa natureza, atentan contra o ben común. Finalmente, John Rawls en "Teoría da Xustiza" salientou a importancia dun consenso entrecruzado en sociedades pluralistas, onde a tolerancia é fundamental para garantir a estabilidade e a xustiza.

A masonería, ao longo da súa historia, foi un baluarte na defensa das liberdades individuais e colectivas. En momentos críticos, os seus membros promoveron reformas democráticas, o laicismo ou os dereitos humanos. Neste senso, non debe interpretarse como unha "cova de magos", senón como un espazo onde se cultiva e fomenta o pensamento crítico e os valores cívicos. A súa misión educativa e filosófica busca formar cidadáns responsables e comprometidos co progreso colectivo. Así, a masonería non debe ser un espazo de mero ritualismo ou simbolismo esotérico, senón unha verdadeira escola de democracia.

O escocismo, como unha corrente profundamente filosófica dentro da masonería, fomenta a formación de cidadáns comprometidos cos valores da democracia, da xustiza e da tolerancia, permitindo que a sociedade mellores a través do desenvolvemento ético e moral dos seus individuos. Ao inculcar estes valores, a masonería pode actuar como unha ferramenta poderosa para combater a ignorancia, o fanatismo e a intolerancia que ameazan a nosa sociedade. Mediante o diálogo, a reflexión e a aprendizaxe continua, os masóns son chamados a mellorar non só as súa propias vidas, senón tamén a das súa comunidades. Este enfoque é vital nunha era onde as democracias enfrontan ameazas tanto internas como externas. O obxectivo dunha Loxa debe ser a formación filosófica dos seus membros, para que interiorices estes valores e os proxecten activamente. Nas circunstancias actuais, a masonería pode e debe actuar como un espazo onde se cultive o pensamento crítico, o compromiso cívico e o respecto á diversidade, e onde a censura sería o peor dos pecados.

O ascenso de opcións políticas intolerantes e totalitarias, xa sexan neofascista, comunista ou calquera outro pelaxe, é unha das preocupacións máis urxentes. Estas correntes aliméntanse do medo, da desinformación e da polarización social, promovendo un discurso que busca dividir e debilitar os nosos valores. O discurso de odio ás minorías, a negación do pluralismo e os ataques ás institucións democráticas son características comúns destas forzas. No seu ensaio "Fascismo eterno", Umberto Eco identificou actitudes como o rexeitamento á diversidade, o medo á diferenza e a promoción dunha única forma de pensar, que desgraciadamente se atopan nalgúns dirixentes actuais. Karl Popper, en “Sociedades abertas e os seus inimigos”, suscita un dilema: “A tolerancia ilimitada leva á desaparición da tolerancia. Se estendemos a tolerancia a aqueles que son intolerantes, [...] os tolerantes serán destruídos, e con eles a tolerancia". Éste é relevante no contexto actual, onde os movementos intolerantes utilizan as liberdades democráticas para erosionalas desde dentro.

Neste contexto, debemos afrontar un problema que agrava a situación: a realidade dunha sociedade hiperconectada a través de Internet. As redes sociais asumiron un papel central nestas dinámicas ao converterse nun terreo fértil para a difusión de noticias falsas e discursos de odio. O anonimato e a rapidez coa que se difunde o contido nestas plataformas permitiu que actores mal intencionados manipulen a información para os seus propios fins. Isto non só debilita o debate público, senón que fomenta un ambiente onde a intolerancia e o fanatismo prosperan sen control, creando un caldo de cultivo perfecto para o auxe do totalitarismo como un dos principais motores da polarización da sociedade.

A masonería, como defensora da tolerancia e coa súa tradición de reflexión crítica, ten o deber de contrarrestar estas tendencias mediante a educación e a difusión dun discurso baseado na verdade, no respecto e na racionalidade. É fundamental que actuemos condenando e tomando medidas contundentes contra a palabra que menoscaba a diversidade e a liberdade de pensamento, preservando así os nosos principios. Pero non nos enganemos, a resposta ao florecemento do neofascismo, non pode limitarse á denuncia ou á protesta. Esixe unha acción activa que inclúa a educación en valores democráticos, o fomento do pensamento crítico e o fortalecemento de todas as institucións democráticas. A masonería, como espazo de reflexión e acción, debe proporcionar un lugar seguro onde se realicen estes obxectivos e onde o noso traballo se traduza na procura efectiva dunha sociedade máis xusta e equitativa.

Ademais, a masonería debe empregar a súa influencia, se aínda a ten, para tender pontes dentro e fóra da masonería entre distintos sectores da sociedade, promovendo o diálogo como ferramenta fundamental para superar a polarización. Nun mundo cada vez máis interconectado, e ao mesmo tempo máis desprovisto de pensamento crítico, é fundamental combater os intentos de restrinxir liberdades e dereitos mediante estratexias que inclúan tanto a acción local, desde as Loxas, como a cooperación global, a través da Masonería Universal.

Irmáns, a tolerancia, como ensinou Voltaire, é o fundamento dunha sociedade xusta e harmónica. Nun momento onde rexorden actitudes totalitarias é imperativo que a masonería e outros actores sociais con un espírito semellante asuman un papel activo na defensa das liberdades e a promoción de diálogos construtivos. Só asumindo este compromiso poderá asegurarse un futuro onde o legado da Ilustración, do que somos case os únicos depositarios, prevaleza sobre a intolerancia e o autoritarismo.


Nota: Este trazado de arquitectura foi publicado en El Oriente , organo da Gran Loxa de España, baixo o título "A Masonería fronte a realizade actual" e constitue a primera publicación neste xornal en galego.

lunes, 1 de diciembre de 2025

La Ciencia como camino hacia la Verdad y el Progreso

 

No hay duda de que lo que hoy la ciencia ha explicado, han sido considerado en el pasado o incluso en el presente por el hombre como esotérico. Sin ir más lejos, la propia estructura del universo o la teoría de la evolución, hasta no hace mucho tiempo, representaban una incógnita tras la que se escondía la voluntad divina. Sin embargo, hoy en día la física avanza hacia una teoría unificadora de campos, la química es capaz de trasformar la materia (el viejo sueño de la Alquimia y la búsqueda de la piedra filosofal), la biología desentraña los secretos de la vida y de la muerte (basando sus teorías en el azar y la necesidad) y la medicina ha alargado la vida hasta cotas impensables a principios del siglo pasado.

Los hitos de la ciencia nos han cambiado, a pesar de que cosas como la naturaleza cuántica de la materia no parezca influir en el día a día del individuo… y esto ha ocurrido soterradamente durante todo el devenir de la historia del hombre. Por ejemplo, la revolución Copernicana, que modificó nuestra noción de la estructura del universo, provocó también un cambio paradigmático del ser humano. El triunfo del heliocentrismo sobre el geocentrismo dio lugar a una revolución cultural que culminó con el final del teocentrismo para que el hombre por fin se fijase en el propio hombre, lo que representó el advenimiento de la modernidad.

Las aportaciones de Cajal, de cuyo laurel científico ya se ha cumplido un centenario, y el posterior desarrollo de las neurociencias provocaron que el concepto tradicional de alma deba ser revisado, muy a pesar de la opinión de la religión dominante en occidente, tomada del platonismo y del pensamiento pitagórico (no en vano la trinidad y el Tetraktos son representados por el mismo polígono regular).

Estos dos ejemplos nos hacen pensar que la ciencia no es algo ajeno al hombre, y que por lo tanto el científico no se ajusta al arquetipo tópico de que se encuentra desconectado de la realidad y de espaldas a la al mundo, cultivando su jardín tras altos muros. Cada uno de los grandes cambios en el pensamiento humano y en la evolución social del hombre se puede contrastar con las distintas revoluciones científicas que han tenido lugar a lo largo de la historia de la humanidad.

Ciencia es conocimiento, conocimiento es desarrollo, desarrollo es progreso y progreso es modernidad. Enfrentar la realidad con espíritu científico debe implicar la pretensión de conocer la verdad (o una porción de esta), de forma clara y distinta… y la negación de esta posibilidad es cerrarse a la esperanza de saber.

En este sentido, la idea de iluminar a la humanidad a través de la sabiduría y de la virtud, a fin de que logre su felicidad, principios que nos mueves, pasan, sin lugar a duda por el desentrañar los secretos de lo macroscópico y de lo microscópico… escudriñar el universo en busca de la evidencia… y con ella explicar el hecho. Este viaje apasionante debe consistir en la transformación del mito en evidencia y de lo esotérico en ciencia, desentrañando enigmas que deben convertirse en explicaciones científicas.

Robespierre, M:.M:.

miércoles, 26 de noviembre de 2025

La Alquimia del Conocimiento

 


La piedra filosofal es una sustancia que según la alquimia tendría propiedades extraordinarias, como la capacidad de transmutar los metales en oro. Sus orígenes parecen estar en una antigua teoría alquímica que proponía analizar los elementos Aristotélicos (fuego, tierra, agua y aire) en términos de sus cuatro cualidades básicas (calor, frío, sequedad y humedad). El fuego sería caliente y seco, la tierra sería fría y seca, el agua sería fría y húmeda y el aire sería caliente y húmedo. La teoría propone que cada metal es una combinación de los cuatro principios.

De ella se desprende el fenómeno de transmutación, es decir, el cambio de la naturaleza de un elemento en función del cambio en sus cualidades.

La piedra filosofal era algo ansiosamente buscado y codiciado porque se le suponían virtudes maravillosas, no sólo la de conseguir el oro sino la de otorgar la inmortalidad. Para la fabricación de oro se buscaba un material que facilitase la mezcla de mercurio y azufre porque se suponía que ese era el camino acertado. A partir de esa mezcla hallarían el noble metal. Estos dos aspectos están relacionados, una característica del oro es que no se oxida a diferencia de otros metales, es decir el oro es "inmortal" por lo tanto si descubrían como formar oro a partir de metales vulgares, tal vez podrían hacer que el pobre cuerpo mortal se volviera inmortal.

La leyenda "oficial" de la piedra filosofal es mucho más oscura de lo que aparenta, ya que se dice que la persona que la posee puede transmutar todo tipo de objetos en oro, pero su uso constante hace que de a poco la persona que la use vaya, casi sin advertirlo, convirtiéndose en oro, esto sería un castigo al abuso de los poderes de la piedra, y a la codicia de la persona...

Por otra parte, se afirma que el "lapis philosophorum" era simple y llanamente el conocimiento, esto podría explicar también la parte de "filosofal" y lo que se buscaba era realmente la ciencia pura, después de todo se ha logrado crear oro en aceleradores de partículas como en el CERN (aunque energéticamente es un proceso significativamente desfavorable).

Robespierre M:.M:.

lunes, 24 de noviembre de 2025

La Lealtad Inquebrantable: Conciencia y Coraje


La lealtad es hacer aquello con lo que uno se ha comprometido aun entre circunstancias cambiantes. Un valor sin el cual nos quedamos solos y que debemos vivir nosotros antes que nadie. Es una virtud que desarrolla nuestra conciencia. Ella nos conduce profundamente hacia una situación, a través de ésta, y hacia la salida del otro lado, emergiendo como una persona más evolucionada.

La lealtad es un corresponder, una obligación que se tiene con los demás. Es un compromiso por defender lo que creemos y en quien creemos. La lealtad es un valor, pues quien es traidor se queda solo. Cuando somos leales, logramos llevar la amistad y cualquier otra relación a su etapa más profunda. Todos podemos tener un amigo superficial, o trabajar en un lugar simplemente porque nos pagan. Sin embargo, la lealtad implica un compromiso que va más hondo: es el estar con un amigo en las buenas y en las malas, es el trabajar no solo porque nos pagan, sino porque tenemos un compromiso más profundo con la empresa en donde trabajamos, y con la sociedad misma.

La lealtad es una llave que nos permite tener auténtico éxito cuando nos relacionamos. La lealtad es un valor que no es fácil de encontrar. Es, por supuesto, más común aquella persona que al saber que puede obtener algo de nosotros se nos acerque y cuando dejamos de serle útil nos abandona sin más. Es frecuente saber que alguien frecuenta un grupo contrario porque le da más beneficios. Y lo que acaba ocurriendo es que nadie confía en ese tipo de personas.

Los conocidos se hacen amigos a través de la lealtad mutua. La lealtad es un esencial en la amistad que se ha desarrollado en el compromiso de corazones entre dos personas. En una relación de corazón a corazón la lealtad desarrolla la confianza mutua.

Es nuestro deber el ser leal a aquellos que dependen de nosotros: familia, amigos, nuestros empleados o nuestro empleador. La lealtad es amor bondadoso en acción. La lealtad es potenciada por la energía que viene hacia nuestro cuerpo al cuidar nuestras actitudes y pensamientos. La lealtad desarrolla nuestra alma en conciencia, transformándonos en la creación más hermosa posible de un ser humano.

Como vemos, la lealtad se relaciona estrechamente con otras virtudes como la amistad, el respeto, la responsabilidad y la honestidad entre otras.

Una preocupación hace bullir mi mente y un dolor ensombrece mi alma. Seres sin escrúpulos de conciencia, que pretenden imponer su voluntad por encima de todo, lograr unos fines -por demás inconfesables- sin reparar en la honestidad de los medios. Ninguno cuenta con el libre albedrío de la persona que pretenden doblegar.

Insultos, amenazas, calumnias..., son sus armas. Armas que poco dicen a favor de quien las utiliza. Alianzas pactadas en la sombra porque no se atreven a obrar a la luz del día. Aprovechar debilidades ajenas para lograr sus objetivos. Jugar descaradamente con lealtades.

Y, en medio de todo este asunto, está en juego mi sentido de la amistad y la fidelidad. Tengo la conciencia muy tranquila. Las ideas muy claras. Sé perfectamente lo que tengo que hacer: caso omiso a quienes no merecen el apelativo de personas. No ignoro que pretenderán atacarme. Se volverán contra mí. Pero tengo a mi favor que han olvidado totalmente contar con mi propio discernimiento y voluntad de acción.

No me importa recibir una serie de golpes, por muy traicioneros que sean, si con ello un amigo se ve libre.

Por mantener incólume una amistad, por evitar un daño a un amigo, me enfrento a quien sea. Porque tengo unos principios más honestos, porque la bajeza y ruindad de algunos no me da miedo, porque no abandono a los míos cuando las cosas se ponen feas... porque, en definitiva, soy leal.

Robespierre, M.·.M.·.

domingo, 16 de noviembre de 2025

La crisis de la Democracia Representativa y la amenza de la unformidad

 


A L∴G∴D∴G∴A∴D∴U∴


En las épocas más críticas que atraviesan las sociedades modernas, marcadas principalmente por diversas crisis económicas y de valores, el papel de la democracia como herramienta de representación social se somete a un intenso cuestionamiento.

Este debate se centra, fundamentalmente, en una pregunta crucial: ¿Por qué un sistema que debería ser un fiel reflejo de la pluralidad y diversidad social se desvirtúa en su esencia?

La respuesta a esta interrogante es compleja y multifacética, variando según la perspectiva desde la que se plantee. En mi opinión —que afortunadamente no es aislada—, la causa reside en la presencia de una tendencia uniformizadora que menoscaba su función representativa.

Nuestra Constitución establece tácitamente la representación por medio de partidos políticos como un pilar de la democracia. Dichos entes, tal como se explicita en el artículo 6 de la norma fundamental, contribuyen a la formación y manifestación de la voluntad popular y se consideran instrumentos esenciales de la participación política.

El propósito de esta formación de la voluntad popular es erigir un modelo político que active a la sociedad y la involucre en la toma de decisiones trascendentales. Esto resuena con aquel concepto de democracia activa que promovía Manuel Azaña, que iba más allá de la mera existencia de instituciones políticas.

Sin embargo, es inherente a la condición humana —sea por intención o por inercia— priorizar con frecuencia el interés particular sobre el bien común. Aunque esta afirmación pueda parecer tajante, la realidad es que la crisis del sistema político se nutre de esa tendencia uniformizadora, la cual desnaturaliza el principio individual de la manifestación popular que los partidos deben canalizar.

Esta uniformidad no se basa en alcanzar grandes consensos, sino en la asimilación de opciones ideológicamente dispares en una sola. Un fenómeno cuya intensidad ha sido palpable en los últimos tiempos.

Existen, además, otros factores que pueden debilitar el valor de una democracia para la sociedad. Estos, combinados con los anteriores, constituyen el caldo de cultivo ideal para quienes reniegan del sistema democrático.

Nos referimos al desvío de la democracia que prioriza las directrices impuestas por los poderes fácticos económicos(como las grandes corporaciones y la banca).

En este contexto de capitalismo promovido por grupos de presión, la función de la representación política —sustento de toda democracia— se desdibuja, y se generaliza, como supuesto bienestar, lo que Jorge Mario Bergoglio ha denominado con gran acierto la “globalización de la indiferencia”.

En consecuencia, o se prioriza el verdadero interés colectivo, o nos veremos abocados a una profunda crisis de identidad política. 

Perogatt, M:.M:.




miércoles, 5 de noviembre de 2025

Memoria democrática y masonería en Ourense



A L.·.G.·.D.·.G.·.A.·.D.·.U.·.


VM:., 1º y 2º Vig:., QQHH:. Todos:

Memoria y Masonería, ese es el título de la intervención que hoy realizaré a petición de nuestro V:.M:. y VH:. José.

Cuando me lo propuso pensé en centrar el grueso de esta disertación en la represión de la masonería y los masones durante el período franquista y los gobiernos totalitarios de diferente signo que tuvieron que padecer los habitantes de algunas naciones. Sin embargo, sin dejar obviamente de hablar de ello, creo que sería más conveniente e interesante hablar de la presencia y significado de la memoria en la masonería, lo que sin duda no es baladí.

Desde tiempos inmemoriales, incluso antes de la invención de la escritura, la piedra ha sido -y lo sigue siendo incluso hoy – la memoria de los hombres, de los pueblos y de civilizaciones enteras a través de los tiempos, pues solo la piedra por sus cualidades ha servido para la fijación indeleble del paso del hombre. Ya desde el Paleolítico el ser humano, aun con herramientas muy rudimentarias, dejó su impronta marcada para siempre en grandes losas de granito representando ciclos solares, escenas de caza o símbolos ceremoniales más o menos abstractos formando grandes conjuntos de arte rupestre, más conocidos como petroglifos.

También los egipcios eligieron la piedra como material para la construcción de los más maravillosos monumentos funerarios en memoria de sus faraones, sus auténticas moradas en el Más Allá que debían perdurar para toda la eternidad, o incluso de sus templos cubiertos de ricos jeroglíficos -buena parte de ellos tallados en bajo relieve y no solo pintados- en los que se transcribían tanto pasajes del Libro de los muertos como auténticos panegíricos en los que se ensalzaban las hazañas y la gloria de reinas y reyes para el conocimiento de su pueblo y todos sus descendientes, generación tras generación…

Se convierte así la piedra en el vehículo de la memoria, en el nexo que une pasado, presente y futuro con el objetivo de crear una identidad colectiva o un techo común bajo el cual pueda cobijarse un grupo social, y con él, un sistema de valores sociales y culturales, creencias, usos y costumbres comunes a todos sus integrantes.

Así lo hizo por ejemplo el hombre medieval que temeroso de la ira de dios hizo de sus catedrales verdaderas biblias en piedra a través de las cuales transmitir los valores de la iglesia católica y la sociedad feudal, o el del Renacimiento, más preocupado por el verdadero autoconocimiento, o el ilustrado, por la Luz de la Razón…

La memoria es el pilar básico de la identidad del ser humano, ya sea individualmente o de forma colectiva, y es por ello que también en la masonería tiene un papel preponderante, pues sirve para la transmisión de la esencia de nuestros valores y principios a través de los tiempos y las gentes, de nuestras experiencias y saberes adquiridos, de nuestras virtudes y miserias, en definitiva, de lo que realmente somos.

En una logia la memoria está representada de varias formas, por ejemplo lo está en la figura del Venerable Maestro, que encarna la sabiduría adquirida por la reflexión pausada que traen los años y por la acumulación de experiencias y saberes a lo largo del tiempo; en la del Secretario, que en cada sesión deja constancia en el libro de arquitectura el trazado de los trabajos realizados, único testimonio de lo aquí vivido y hablado; lo está en la cuerda anudada que rodea el templo o en la Cadena de Unión que realizamos cada vez que cerramos trabajos y nos une a nuestros hermanos “del lazo místico” más allá del espacio y el tiempo; lo está en todos y cada uno de los símbolos que guardan nuestros secretos y misterios o incluso en nuestros antiguos rituales, a través de los cuales hemos mantenida viva la llama del conocimiento ancestral e invocamos a la memoria como un faro que guía el camino de la comprensión y el crecimiento espiritual, y no como la mera acumulación de datos de acontecimientos o hechos del pasado.

La memoria, así contemplada, se convierte en el espejo en el cual los hermanos pueden contemplar su propia evolución interior y su conexión a los restantes miembros de la Orden y a la Humanidad. Es por ello que sea para un masón tan importante el estudio de los símbolos, de la historia, de la filosofía y de los valores compartidos por tantos y tantos hermanos a lo largo de los tiempos en todos los rincones del mundo, pues con ello enriquecemos nuestra memoria individual y colectiva mientras fortalecemos los lazos de la Fraternidad Universal.

No obstante -debemos tenerlo muy presente- la Memoria debe ir de la mano de la Verdad, pues en caso contrario la imagen que devolverá nuestro espejo será una figura grotesca o un esperpento que nos llevará siempre al equívoco, o directamente a dejar de ser quien en realidad somos. Como si de una buena argamasa se tratase, la Memoria, llamada a cohesionar a todos los miembros de la Orden, debe tener la adecuada cantidad de cemento, arena y agua para poder cumplir adecuadamente de su función, sin que tampoco se pueda prescindir totalmente de ninguno de estos elementos.

Durante demasiados años ya, esto ha sido en buena medida lo que ha sucedido entre los masones españoles y las diferentes obediencias establecidas en nuestro país, que no hemos querido tener presente el que sin duda ha sido el acontecimiento histórico más trágico y doloroso: el golpe de estado de 1936 y los cuarenta años de interminable dictadura franquista que hemos tenido que padecer.

Tal ha sido el daño infligido a la masonería y a sus integrantes en España por parte de los enemigos de la libertad, la igualdad y la fraternidad universal que hemos borrado de nuestra memoria colectiva, incluso de la propia como masones, las importantísimas contribuciones de masones en todos los ámbitos de las ciencias y las letras – de ellos nos habló semanas atrás el VH:. Juan Carlos Mejuto, ¿recordáis? -, pero también del mundo de la política, la educación, la cultura, la economía y la empresa o el ámbito benéfico-social; consumándose así el maléfico plan de cualquier sistema totalitario que tan hábilmente aplica la pena del damnatio memoriae, condena al más absoluto de los olvidos practicada por la antigua sociedad romana -y por otras antes que ella- llegando incluso a borrar el más mínimo vestigio material de su paso por este mundo.

Sin embargo, más grave que todo ello ha sido el imperdonable olvido de las personas, de los hermanos que tan sañudamente sufrieron persecución, tortura y muerte en penosas condiciones en los primeros momentos tras el golpe de estado; de sus padres y madres, esposas, hijas e hijos, que se vieron obligados a prescindir de uno de los pilares de sus vidas, así como forzados a abandonar sus trabajos y sus propiedades para dejarlas en manos de facciosos que convenientemente darían cuenta de ellas en beneficio propio;  así como de aquellos otros que eludieron la severa represión de los primeros momentos pero sufrieron luego años de interminables procesos judiciales, depuraciones administrativas,  multas e incautación de bienes, solo por poner alguno de los ejemplos más habituales.

En el verano de 1936, en el momento de las grandes matanzas, la represión física, la tortura y posterior fusilamiento de los “enemigos de la patria”, esto es, republicanos miembros del Frente Popular e integrantes de las sociedades obreras, contó entre sus más destacadas víctimas a hermanos masones, los cuales en no pocas ocasiones contaban con doble e incluso triple militancia -masónica, política y sindical- y, con ello, un billete asegurado en primera clase con dirección al Oriente Eterno.

Entre este grupo de hermanos se encuentran, por ejemplo, buena parte de los hermanos de las logias gallegas y asturianas, ya que la incautación de todo el archivo de la logia orensana Constancia n.º 13 en manos de su V.·.M.·., Abdón Vide Villanueva, permitió a los fascistas la detención de la inmensa mayor parte de los masones del noroeste peninsular y la instrucción de la causa 155/1937 por el alférez Ángel Colmeiro Laforet; las delaciones entre torturas harían el resto.

Fruto de las primeras detenciones tras el golpe de estado y la instrucción de esta causa podemos decir que la inmensa mayoría de los treinta hermanos de las logia Pensamiento y Acción nº 11 (A Coruña), la RL:. Vicus (Vigo), Lucus (Lugo) y Constancia n 13 (Ourense) perdieron la vida fusilados tras juicios sumarísimos o sufrieron largas condenas de cárcel y/o multas e incautación de bienes. Solo por nombrar a algunos de ellos, de los asesinados, podemos hablar de los QQHH Gonzalo Martín March (profesor y gobernador civil en Ourense), Brasilino Álvarez Sobrino (empresario y alcalde de A Guarda), Luis Izquierdo Balbuena (funcionario), Manuel Suárez Castro (alcalde en funciones de Ourense) o José Fernández Pérez (concejal en la misma ciudad), todos ellos asesinados en los primeros meses tras el golpe; pero también de todos aquellos que sufrieron bien en el exilio exterior, bien en el aún más duro exilio interior como lo hicieron los hermanos Higinio Rodríguez Mármol (alcalde de Xinzo) o Benito Cancela (alcalde de Celanova), entre tantos otros.

El sufrimiento de todos ellos, de las víctimas supervivientes y de todos sus familiares, se verá incrementado con la promulgación de la Ley para la represión de la masonería y el comunismo el 1 de marzo de año 1940, que sirvió como principal arma de persecución legislativa a nuestros hermanos hasta el año 1964.

Solo para hacernos una idea de la magnitud de la obsesiva y sañuda persecución que el régimen hizo de la Masonería, digamos que el Servicio de Documentación de Salamanca acumula más de 80.000 fichas de supuestos masones investigados, incoándose más de 27.000 expedientes y condenando a casi 9.000 hermanos y todo ello, cuando según indican los datos de que contamos, no habría más de 15.000 hermanos activos en nuestro país.

Nuestra es ahora la obligación moral de restablecer el honor a las víctimas del franquismo, de conocer y divulgar sus historias, sus dramas, de tenerlas presentes siempre en nuestros pensamientos, en nuestra memoria y en nuestros corazones, pues ellos nos transmiten -creo yo- dos grandes enseñanzas.

La primera, que los enemigos de la libertad, de la igualdad, de la fraternidad, la democracia, la tolerancia y todos aquellos nobles principios y valores que atesora la masonería están siempre al acecho.

La segunda, que nuestros valores son tan nobles que incluso más de uno estará siempre dispuesto a perder su vida defendiéndolos.

Concluyo así, queridos hermanos, esperando haber podido transmitiros la importancia de la memoria para todos nosotros, no sin antes haceros llegar las palabras de despedida de uno de estos hermanos nuestros -Manuel Suárez Castro- que pagó un precio demasiado elevado por vivir de acuerdo con sus convicciones y trabajar a la Gloria del Gran Arquitecto del Universo y de toda la Humanidad.

Queridísima Celedonia y queridos hijos:

A este padre y este esposo, que durante toda su vida no ha prodigado más que el bien a todo el mundo, dentro de unas horas lo van a matar en nombre de la ley de la fuerza, pues es la que hoy sigue en los pueblos que dominaron para el terror unos hombres que habían jurado respetar la Constitución de esta España digna de mejor suerte. Hoy la están destrozando y para mayor escarnio lo hacen invocando a un Dios que, según su doctrina, decía que los hombres éramos hermanos. Tengo la seguridad completa de que si volviera a la tierra sería otra vez el que expulsase del templo a estos mercaderes de su religión que en este momento intentan para mayor escarnio que me confiese, cosa que he rechazado con las manifestaciones que se merecen por la farsa que vienen representando, ultrajando su religión, por el asentimiento que presentan a la matanza que se viene realizando a pesar de que ellos manifiestan que para matar, sólo Dios.

Por lo tanto, si aún quisieran cometer el nuevo escarnio de decir que lo hice, conste que es una falsedad más, como todas las que vienen propagando en los periódicos mercenarios de que disponen.

Dile a mis hijos siempre y en todo momento que su padre perdió la vida de una manera violenta, no por ser ladrón ni asesino, ni un mal ciudadano, y que por el contrario, perdió la vida por ser una persona decente, amante de todos sus ciudadanos, sin fijarse nunca en el ideal que tenían ni en su condición social, muriendo convencido de que ésta es la razón suprema por la que me hacen desaparecer. Porque en la España que quieren crear no tienen cabida las personas de buenos sentimientos, amantes de la familia y que jamás, ni de hecho ni por el pensamiento, pretendió hacer desaparecer a ningún ser humano.

Pues a pesar de esto y según la sentencia que me han leído hace un momento, eran tales invenciones, como si yo fuera un asesino, para justificar este hecho que van a realizar, como lo han hecho ya con tantos otros hermanos.

Y nada más, tengo la seguridad de que muy en breve los culpables pagarán también con su vida tan horrorosa tragedia, porque no tienen razones y porque además no pueden triunfar los que para conseguirlo se están ahogando en sangre.

Esta sangre derramada dará sus frutos y con esta comunicación plena, muero tranquilo, porque mi única preocupación sois vosotros y la situación en que de momento quedáis, situación que será reparada en el momento próximo en que sean vencidos los que me hacen desaparecer.

¡¡Adiós para siempre amantísima esposa y queridísimos hijos, con muchos besos y abrazos de tu esposo y padre!!

Cuartel de Ourense, 27 de julio de 1937.

Esta carta no vio la luz pública hasta el año 2009 en que Manuel Suárez Castro fue nombrado miembro de honor del Ayuntamiento de Ourense.

He dicho.

V.·.H.·. Zamenhof, M.·.M.·.



martes, 4 de noviembre de 2025

El mazo, el cincel y la revelación de Pitágoras


A L∴G∴D∴G∴A∴D∴U∴

No es mi intención detenerme hoy en el simbolismo del mazo y del cincel desde la acepción más común, aquella que todos conocemos y que bien podría sacar una tímida sonrisa al Dr. Jung, al ver cómo los arquetipos se manifiestan en el imaginario colectivo.

Sabéis bien que el mazo representa la fuerza de la voluntad, y el cincel, la inteligencia que guía y ordena. Unidos, hacen posible que la piedra bruta se convierta en obra. Mas conviene recordar que la fuerza sin dirección se convierte en mera violencia, y la inteligencia sin voluntad en vana especulación. Solo el justo equilibrio de ambas materializa la belleza: el arte real, aquel que no solo talla la piedra, sino que esculpe al propio hombre.

Quiero, empero, traer a la memoria una anécdota de Pitágoras que, legendaria o no, encierra enseñanza de magna importancia.

Se dice que en Crotona, un joven filósofo, al pasar por una herrería, se detuvo meditativo al oír el repique de los mazos sobre el hierro candente. Entre el ruido que popularmente encontrariamos vulgar y molesto, una armonía, un patrón. Observó Pitágoras que los tonos variaban conforme al tamaño de los objetos golpeados, y de tal experiencia dedujo que la armonía se hallaba sujeta a la proporción. Así nació en el la certeza de que el universo mismo está regido por número y orden, armonía: la célebre música de las esferas, melodía eterna que, aunque inaudible para la mayoría, sostiene cuanto existe.

Ved, pues, cómo el mazo y el cincel no son solo útiles de cantería, sino espejos del cosmos. Porque lo mismo que el mundo se rige por proporciones aparentemente veladas, también el hombre ha de trabajar con equilibrio y mesura, armonizando su voluntad con su entendimiento, si desea aproximarse al ideal que lo rige.

No olvidemos, además, que los símbolos no deben quedarse en su superficialidad. Importa atenderlos con todos los sentidos, con la intuición y la razón, pues lo que para muchos es vulgar, para otros pocos puede ser revelación. Así fue como Pitágoras, donde otros solo oyeron ruido, descubrió la ley secreta que descorre el velo del universo.

Por mucho que usemos el mazo (la fuerza de voluntad) no será más que fuerza bruta sin dirección, por otro lado si solo disponemos del cincel (inteligencia) no podremos acometer contra la piedra bruta con la suficiente cinética como para devastarla, por lo que como el resto del universo, al cual nos introdujo Pitágoras (entre otros), debe respetar un equilibrio que nos permita realizar un trabajo consciente y disciplinado, para poder llegar al ideal que nos rige.

Abordando esta anécdota quiero poner en valor a que no ciñamos el análisis del símbolo a través solo del sentido más obvio, en la mayoría de los casos la vista, sino que nos dejemos empapar por él y a través de nuestros limitados sentidos, la intuición y la razón encontrar todos los matices que estos nos pueda sugerir, porque para muchos lo que fue un sonido molesto u ordinario, para otra pieza de este gran templo que es la humanidad, hizo posible el desarrollo de los fundamentos que corrieron parte del velo que tapa nuestra comprensión del Universo.

Lathomus, A∴M∴

lunes, 3 de noviembre de 2025

Alquimia

 


A L ∴G∴D∴G∴A∴ D∴U∴ 


Hoy, voy a intentar disertar sobre mi arte, la Química. O mejor dicho, sobre su antecesora: la Alquimia

Etimológicamente, no es difícil rastrear el origen de la palabra: Alquimia procede del árabe, donde al no es otra cosa que el artículo, por lo tanto: la Química y la Alquimia son, en esencia, la misma cosa. El nombre original proviene del nombre que los egipcios daban a su país, Kemet, de modo que la Alquimia no es otra cosa que el Arte Egipcio. ¿Y por qué el arte egipcio? Sencillamente porque el pueblo egipcio fue uno de los primeros que, por sus ritos y tradiciones, empezaron a trabajar de una forma metódica en la materia y sobre ella. Junto con su tradición de constructores de pirámides, templos hacia la eternidad, esgrimían una desarrollada medicina y, por supuesto, una incipiente química que obtenía fármacos y trabajaba para mejorar los procesos de los ritos hacia la inmortalidad. En este sentido, lo que implícita y explícitamente buscó siempre la Alquimia empieza con su propio nacimiento: la panacea universal, el elixir que todo lo cura, y la piedra filosofal, capaz de la transmutación de la materia. Los alquimistas eran requeridos y financiados por reyes y nobles, quienes tenían la esperanza de aumentar sus propios recursos. Sin embargo, muchos alquimistas, no logrando producir el oro prometido, perdieron sus vidas.

Con el correr del tiempo, símbolos y alegorías alquimistas se hicieron extremadamente complejos. Y de la búsqueda del oro decayó significativamente, de modo que los alquimistas pasaron su atención a la búsqueda de medicinas. Un líder de este movimiento fue Paracelsus (1493-1531), quien fue el primero de Europa en mencionar el zinc y en usar la palabra “alcohol” refiriéndose al “espíritu del vino”. Creó controversia en su tiempo porque condenó completamente la ciencia y la medicina tradicionales. Él sostenía el concepto nuevo de que las enfermedades se producen por agentes externos que atacan al cuerpo y no por un desequilibrio interno de los fluidos corporales y mentales. Según Paracelsus, la terapia tendría que estar dirigida contra esos agentes externos de la enfermedad, y sostenía que había que utilizar para ello medicinas basadas en experimentos químicos, o alquímicos, no hierbas. Éste fue un momento histórico, en el que la Alquimia comenzó a convertirse en la Química. Sin embargo, si aplicamos las condiciones impuestas por Kant en su Crítica de la Razón Pura, la Química aún se encontraba más cerca de la Metafísica que de las ciencias puras y teoréticas que ya eran en ese momento la Física y las Matemáticas.

Hoy, luego de investigaciones científicas que se fueron acelerando y acumulando con el paso de los siglos, llegamos al conocimiento actual, que está lejos de los conocimientos antiguos, pero, no nos engañemos, también está lejos de los secretos de la Armonía de los Mundos, obra del Gran Arquitecto del Universo, que todavía nos quedan por descubrir. Y, sin entrar en detalles científicos, dejemos sentado ya el hecho de que el sueño de los alquimistas de la transmutación de elementos, y en especial de transformar plomo en oro, no es posible de efectuar por medio de ninguna reacción química. Pero sí es posible por medio de una reacción nuclear, pues para convertir un elemento en oro es necesario un cambio en su número atómico, lo cual se puede lograr por medio de una reacción nuclear, o puede ocurrir espontáneamente por una generación o degeneración radioactiva. Así, a día de hoy, la transmutación es un proceso común, ya que hay poderosos aceleradores de partículas y reactores nucleares. Ya se ha logrado así preparar artificialmente todos y cada uno de los elementos conocidos. Y además se lograron sintetizar más de 1500 radioisótopos que tienen gran valor en los campos médico e industrial. Es decir, que el sueño del alquimista es posible y se ha realizado: metales básicos se pueden convertir en oro, aunque el precio de energía requerida excede el precio del preciado metal.

Asimismo, nuestra particular “panacea universal” ha permitido alargar en el último siglo la esperanza de aproximadamente 40 años a más de 80. En la actualidad, la química está dando el paso definitivo para dejar de ser una mera disciplina de observación basada en el ensayo y el error (no muy diferente de cómo los antiguos alquimistas descubrieron el Óleo de Vitriolo- ácido sulfúrico, cuyo consumo hoy en día mide el desarrollo de un país-) y está empezando a incorporarse al grupo de las Ciencias Puras y Teoréticas […] un químico moderno ya no define una molécula como un ente material […] sino como una solución de una ecuación diferencial en un espacio de Hilbert

No hay duda de que no sólo la ciencia moderna sería el orgullo de Kant, con la transformación de los conceptos y las ideas en armónicas formas matemáticas […] sino que ha ido más allá y con los conceptos de relativismo y probabilidad (Einstein, Heisenberg, Planck…) ha vuelto a encontrarse con la Metafísica.

Robespierre, M.·.M.·.

jueves, 2 de octubre de 2025

La Masonería restablece sus cimientos en Ourense


Ourense, 19 de mayo de 2025.

La ciudad acoge la presentación de la reedición de la obra completa del profesor Alberto Valín sobre la francmasonería universal en el Liceo orensano y celebra la instalación de la logia Curros Enríquez n.º 114 en la ciudad con la presencia del Diputado del Gran Maestro de la Gran Logia de España Shaun Parsons-Herrera.

Ourense vuelve a situarse en el mapa de la Francmasonería Universal con dos acontecimientos de especial relevancia. El próximo viernes 23 de mayo a las 19:30 horas, el Salón de Tertulias del Liceo de Ourense será el escenario de la presentación oficial de la reedición de la obra completa del profesor Alberto Valín (Lugo,1953) sobre la historia de la francmasonería universal, un referente en el estudio académico del fenómeno masónico y su evolución a lo largo de los siglos.

Las obras Masonería y conspiración liberal en España. A Coruña, un ejemplo primordial y paradigmático; Galicia y la Masonería del siglo XIX; Masonería, política y laicismo en la España del siglo XX: el arquetípico caso orensano o Masonería y revolución. Del mito literario a la realidad serán objeto de análisis por el propio autor y los participantes en la mesa, el historiador Pablo Sánchez, el profesor de la Universidad de Vigo Xosé Ramón Campos y el Diputado del Gran Maestro de la Gran Logia de España, Shaun Parsons-Herrera.

Este acto cultural servirá como preludio a un evento de notable trascendencia simbólica como es la instalación de la logia masónica "Curros Enríquez nº 114”, que tendrá lugar el sábado 24 de mayo en la propia ciudad. La ceremonia contará con la participación de hermanos masones procedentes de distintos puntos de la geografía peninsular, en un gesto de unidad, fraternidad y compromiso con los valores humanistas que la institución representa.

La recuperación de una presencia masónica estable en Ourense —ciudad con notables vínculos históricos con el pensamiento ilustrado y liberal— supone un hito en el proceso de normalización y visibilización de la masonería en Galicia y en el conjunto del Estado español. 

Tras el cese de actividad de la logia Suevia n.º 2095 en el año 2022, brota de nuevo la semilla del librepensamiento en la ciudad auriense, de larga tradición masónica gracias a la presencia de logias como Auria n.º 59, Auria n.º 10, Amor n.º 358, Capítulo Eleusis n.º11, en el siglo XIX, o la Constancia n.º 13, logia esta última en la que los dos alcaldes republicanos y masones de la actual ciudad de Ourense, es decir, Manuel Suárez Castro (Ourense) y Secundino Couto Solla (Canedo, actual barrio del Puente), militaron hasta los inicios de la guerra civil española.

Entre otras muchas personalidades de la masonería orensana podemos destacar a Manuel Curros Enríquez, Eduardo Chao Fernández, Juan M. Amor Pereira, Cesáreo Rivera Abraldes, Antonio Prieto Puga, Antonio Rodríguez Iglesias, Arturo Vázquez Núñez, José M. García Barbón, Higinio Rodríguez Mármol, Abdón Vide Villanueva o Hipólito Sinforiano Luengo, solo por citar algunos de los más conocidos y significativos.